«El País.com», 30 enero 2007

La «cenicienta» del colesterol

El torcetrapib no sólo ha sido otro tiro por la culata de la ciencia; el medicamento iba a ser un bombazo que presagiaría la transformación de la atención cardiovascular. Los tratamientos con estatina, como la simvastatina y la atorvastatina reducen los niveles sanguíneos de LDL, el denominado colesterol malo, lo que disminuye la acumulación de placa en las arterias.

Torcetrapib funcionaba esencialmente aumentando el HDL o colesterol bueno. Entre otras funciones, el HDL transporta las formas peligrosas de colesterol desde las paredes arteriales hasta el hígado para su excreción. Se cree que el proceso, conocido como transporte inverso del colesterol, es crucial para prevenir la obstrucción de las arterias.

Muchos científicos todavía piensan que una estatina combinada con un medicamento que aumente los niveles de HDL supondría un avance importante en el tratamiento de la cardiopatía. Pero para los pacientes que actualmente corren un alto riesgo de sufrir un infarto o una apoplejía, la noticia es mejor de lo que parece. Ya existe un estimulador eficaz del HDL.

Se trata de la niacina o vitamina B3. En su forma terapéutica, el ácido nicotínico, la niacina puede aumentar el HDL hasta en un 35% cuando se toma en dosis elevadas, normalmente unos 2.000 miligramos diarios. También reduce el LDL, aunque no tanto como las estatinas, y se ha demostrado que disminuye los niveles séricos de triglicéridos que obstruyen las arterias hasta en un 50%. Su principal efecto secundario es un irritante sofoco ocasionado por el efecto dilatador de la vitamina en los vasos sanguíneos.

A pesar de su eficacia, la niacina ha sido el patito feo de las medicaciones cardiacas, un viejo remedio que pocos científicos se molestaron en evaluar. Pero es probable que eso cambie. «Existe una gran necesidad no satisfecha de algo que aumente el HDL», señala Steven E. Nissen, cardiólogo de la clínica Cleveland y presidente del Colegio Americano de Cardiología. «Ahora mismo, tras el fracaso de torcetrapib, la niacina realmente es la clave. No hay nada más que resulte eficaz».

En 1975, mucho antes de las estatinas, un estudio histórico realizado con 8.341 hombres que habían sufrido infartos descubrió que la niacina era el único tratamiento de los cinco ensayados que prevenía segundos ataques al corazón. En comparación con los hombres que recibieron placebo, los que tomaron niacina presentaron una reducción del 26% en los infartos y del 27% en las apoplejías. Quince años después, la tasa de mortalidad entre los hombres que tomaban niacina era el 11% inferior a la de los que habían recibido placebo.

«Aquí tenemos un medicamento que era más o menos igual de eficaz que las primeras estatinas, y nunca se ha impuesto», dice B. Greg Brown, catedrático de medicina de la Universidad de Washington, en Seattle. «Para mí es un misterio, pero si eres una empresa farmacéutica, supongo que no puedes ganar dinero con una vitamina».

En general, la investigación se ha centrado en reducir el LDL, y las estatinas han demostrado ser sorprendentemente eficaces. Los medicamentos pueden lentificar el progreso de la cardiopatía y reducir el riesgo de infarto u otras consecuencias adversas en un 25 o un 35%. Pero estudios recientes indican que el añadir un potenciador del HDL, como la niacina, puede ofrecer una protección todavía mayor.

Después de evaluar datos de más de 83.000 pacientes cardiacos que participaron en 23 ensayos clínicos, investigadores de la Universidad de Washington calculaban este mes que un régimen que aumentara el HDL en un 30% y redujera el LDL en un 40% en un paciente medio disminuiría el riesgo de infarto o ictus en un 70%. Eso es mucho más de lo que puede lograrse reduciendo sólo el LDL.

Otros estudios pequeños han ofrecido unos resultados igual de alentadores, pero algunos expertos advierten que los datos sobre el incremento del HDL y la cardiopatía son preliminares.

Investigadores de 72 centros de Estados Unidos y Canadá están reclutando a 3.300 pacientes con enfermedades cardiacas para un estudio, dirigido por Brown y financiado por los Institutos Nacionales de la Salud de EE UU, que compara a los que toman niacina y una estatina con los que sólo toman una estatina. Esta amplia comparación directa debería responder a numerosos interrogantes sobre las ventajas de un tratamiento de combinación.

Muchos cardiólogos no ven motivos para esperar a los resultados. Pero la niacina puede ser un trago amargo; en casos poco habituales, la vitamina puede causar daños hepáticos y alterar el consumo corporal de glucosa. Sólo deberían tomarse dosis elevadas bajo la supervisión de un médico.

El efecto secundario más frecuente son los sofocos, que se vuelven menos pronunciados con el tiempo, y a menudo pueden evitarse tomando las pastillas con un poco de comida antes de acostarse. Los médicos también recomiendan empezar con dosis pequeñas e ir aumentándolas. Si la cuestión es prevenir un infarto, quizá sea mejor soportar los sofocos que esperar al próximo bombazo. «Sólo con lograr que los pacientes tomen niacina, el HDL aumenta considerablemente», afirma Nissen. «Buena parte de las pruebas indican que se beneficiarán de ello».

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